martes, 9 de febrero de 2016

HISTORIA DEL NARCOTRAFICO EN MÉXICO

Sabías que desde los años veintes se produce en nuestro país mariguana y cocaína, y la mayoría es enviada a los estados Unidos de Norteamerica, desde entonces millones de mexicanos han muerto combatiendo su tráfico, cuando se han detectado muchos altos políticos inmiscuidos con el tráfico de drogas, como ejemplo Abelardo Rodríguez Luján, llamado Abelardo L. Rodríguez, originario de Guaymas, Sonora, fue un político mexicano, presidente interino de México entre el 4 de septiembre de 1932 y el 30 de noviembre de 1934 y Gobernador de Sonora 1943 y 1948 Según Cesar Morales Oyarvide Para el sociólogo de la UNAM Luis Astorga ha habido al menos cuatro grandes momentos en la historia del campo del tráfico de drogas en México que permiten observar sus relaciones con el campo político y sus transformaciones: 1914-1947, 1947-1985,1985 a 2000, y el que se inicia a partir del 2 de julio de 2000. 1)El primero momento estuvo caracterizado por el nacimiento del campo del narcotráfico en posición subordinada al poder político, y en particular a la figura política más importante en los estados productores o de tráfico en el norte del país: los gobernadores. Políticos de la Baja California como Esteban Cantú (revolucionario que controlaba el tráfico de opio y, pragmático, decretó una ley prohibicionista para luego violarla) o Abelardo Rodríguez (presidente interino en 1932 y luego próspero empresario), fueron pioneros en el negocio. Para Astorga, aunque los traficantes pertenecían al arreglo general del régimen emanado de la revolución de 1910, estaban excluidos formalmente de la política. Desde su posición subordinada, su capacidad para establecer sus propias reglas del juego era muy limitada pues sabían que sin protección política tenían pocas probabilidades de éxito o supervivencia. Aunque se emitieron leyes que prohibían la producción y comercio de marihuana y opio, varios gobernadores siguieron la senda de Cantú y Rodríguez: el negocio era demasiado jugoso como para ser dejado sólo a los traficantes. 2) El segundo momento es en el que se crean las mediaciones estructurales entre el poder político y los traficantes, representadas principalmente por corporaciones policiacas y encargadas de la seguridad que, con atribuciones extralegales, podían aplicar dos acciones simultáneas: proteger y contener a los traficantes. Los estudiosos del tema consideran que una de las instituciones por medio de las que se estableció este control fue la policía política mexicana: la DFS (Dirección Federal de Seguridad). Existieron casi desde el principio reportes de inteligencia estadounidenses que involucraban a los principales dirigentes de la Dirección Federal de Seguridad en el tráfico de drogas, pero se mantuvo el silencio. Un ejemplo: el caso de un auto cargado de opio detenido en Texas que pertenecía al Coronel Carlos Serrano, Senador, amigo del Presidente Miguel Alemán (1946-52), y creador de la DFS. Llegan los 60 y con ellos un boom en el consumo de marihuana en Estados Unidos. La demanda crece, y con ella el negocio, la violencia, y las presiones por parte del Gobierno estadounidense. El estado de Sinaloa y su gobernador (Leopoldo Sánchez Célis) comienzan a destacar. Miguel Ángel Félix Gallardo, un ex policía que luego será conocido como “El Padrino” en el mundo del narco y uno de los fundadores del cartel de Sinaloa, fue escolta de la familia Sánchez Célis, quien le brindó protección política. En los 70 empiezan los nexos con Colombia y la cocaína. En ello tuvo protagonismo, un químico hondureño de apellido Matta quien, una vez capturado su socio Sicilia (cubano), se asocia con Félix Gallardo. En 1977 se lanza la “Operación Cóndor”, la mayor campaña antidroga realizada en el país, en la que participaron el ejército mexicano y la DEA. Tuvo un alto costo social, pero ningún capo fue capturado. Tras ella, los líderes más importantes del negocio en Sinaloa se trasladan al sur, a Guadalajara. Más que un castigo, la mudanza les dio beneficios en términos de infraestructura, inversión y lavado de dinero, además de extender el negocio. En esa ciudad sucederá algo en 1985 que es referido como un punto de inflexión en la historia de la lucha contra el narcotráfico: la tortura y asesinato del agente de la DEA Enrique Camarena por órdenes del traficante Rafael Caro Quintero. 3) Empezaría la tercera etapa, en la que el régimen revolucionario, con un monopolio del poder político por el partido de Estado, empieza a mostrar signos de incapacidad para controlar eficazmente a sus propias instituciones de mediación, las cuales, al igual que las organizaciones de traficantes, adquieren mayor autonomía relativa respecto del poder político. Simultáneamente, las presiones políticas de Estados Unidos se dejan sentir con mayor fuerza. Luis Astorga considera que para la DEA, los nexos entre la DFS, la Policía Judicial Federal (PJF), y el narco eran claros (consideraba que la DFS era el cerebro de la reorganización de los traficantes y el brazo armado contra los rivales de los “protegidos”), pero sabía que dichas corporaciones eran benéficas para la CIA y para ambos gobiernos en el marco de la Guerra Fría. Sin embargo, lo ocurrido con Camarena colmó el vaso, y causó una sostenida y abierta presión de Estados Unidos hacia un gobierno mexicano reluctante a colaborar de forma profunda en la “guerra contra las drogas”, que ya era una prioridad hemisférica para la Casa Blanca, como señala la profesora del Colegio de Mexico María Celia Toro. La presión fue tal que el Presidente Miguel de la Madrid desapareció la DFS en 1987. Parte de las atribuciones de ésta se concentraron en la PJF pero, pese a sus esfuerzos, nunca más se volvió a tener el sistema la capacidad de control político y policiaco sobre el campo del tráfico de drogas y sus agentes. Por el lado de las organizaciones traficantes, el grupo de Sinaloa sufrió una gran división resultado de la caída de Félix Gallardo, capturado en Guadalajara en 1989 por su “compadre”, el comandante de la PJF González Calderoni. De esta división surgieron quienes controlarían las nuevas organizaciones en los noventa y nuestros días: Amado Carrillo, los Arellano Félix, El Chapo Guzmán, etc. La única organización no procedente de Sinaloa fue la del Golfo de México. Comandada por Juan García Ábrego, quien gozaba de la protección (según informes del FBI) del propio González Calderoni. La estrecha relación entre este último y el hermano del entonces presidente Carlos Salinas, Raúl (para quien había espiado a la oposición), aunada al hecho de que en el sexenio de Salinas el Cartel del Golfo fue el más beneficiado (tuvo una ascensión meteórica y atípica, sostiene Astorga), hacen sospechar que tuvo protección política del más alto nivel. 4) El cuarto momento se inicia con el desplazamiento del PRI del poder ejecutivo, su pérdida de la mayoría absoluta en las cámaras, y el acceso de la oposición a los principales puestos de poder. Con la crisis del régimen posrevolucionario y la pérdida de muchos de sus acuerdos informales, tanto las organizaciones traficantes como los cuerpos policiales ganaron en autonomía y se ha perdido la facultad del régimen de actuar como árbitro en el negocio. El resultado de la alternancia de 2000 fue una fragmentación y debilitamiento del poder político para enfrentar los desafíos de los grupos criminales, quienes en muchos casos pasaron de la supeditación política a la confrontación directa. La transición benefició al crimen organizado, resume el profesor Sergio Aguayo Quezada en su más reciente libro: “Vuelta en U”. Algunas organizaciones agregaron a la estrategia la expansión territorial de sus actividades, el intento de control territorial y la diversificación de la renta criminal, como señala Astorga. A ello se agrega una ausencia de una visión compartida por todas las fuerzas políticas en materia de seguridad (que trascienda una administración partidista), donde todos son rehenes de un paradigma punitivo que reproduce aquello que pretende resolver: la violencia. En este momento es en el que estamos ahora. Desde hace muchos años los órganos de inteligencia de los estados unidos se dieron cuenta que para controlar a su población que cada vez demandaba más drogas debían permitir el paso de toneladas del narcótico a su país, de ahí que nunca se ha escuchado de la detención de un gran capo de la droga en Norteamérica, y de ahí que su economía cada vez sea más pujante, porque mágicamente los miles de millones de dólares que generan el consumo de drogas desaparece. Me llama la atención como la mayoría de las autoridades a nivel internacional certificados por la DEA la mayor agencia de combate a las drogas en Estados Unidos, al final de su carrera han sido vinculados con el tráfico de drogas, tal parece que capos van, capos vienen, capos son detenidos, pero del tráfico de drogas y su corrupción nunca parara, en tanto los Estados Unidos no deje de consumir.