jueves, 18 de febrero de 2010

OPINION

U T O P Í A


JAVIER FIGUEROA

LA REVOLUCION DE 2010

Cuando todo el mundo pronosticaba y predecía que la convulsión cíclica en los años 10´s, de los años 1800, 1900 y 2000, en el caso del presente siglo, se esperaba que fuera en este 2010, cuando explotara una revuelta armada , con torrentes de sangre derramada, perdimos de vista que en los procesos naturales, todo obedece a un período de gestación, ante de que el producto brote; el ejemplo mas claro lo tenemos en el nacimiento del ser humano, que dura mas de nueve meses, período en el cual, se pueden manifestar incidencias para sobrevivir a la determinación natural, o morir. Nadie contempló que desde antes, inclusive en 1800, hubieron movimientos convulsivos y conspiradores en contra del avasallamiento, previos al estallamiento de dolores, Guanajuato; que antes de 1910, en que brotó la Revolución Mexicana, hubieron movimientos convulsivos y derrocamientos; que el primero tuvo como objetivo central, la independencia de la esclavitud del Reino Español, que mas bien, es de castilla; y que no fue precisamente en 1810, cuando el objetivo independentista se consumó; ni siquiera en 1821, con el abrazo de Acatempan; ni en 1824, en la firma constitutiva de la República; ni en 1857, con la nueva Constitución y el Cerro de las Campanas, Querétaro; incidencias que formaron parte de la gestación del movimiento de 1910, porque los compromisos incumplidos que surgieron de las movilizaciones; son lo que sí son cíclicos, ya que no hay mal que dure 100 años, ni pueblo que los aguante; la Revolución Mexicana, tampoco ha logrado su objetivo de justicia, en el sentido Lato, porque el movimiento armado estuvo presagiado de consignas: “Tierra y Libertad”, entre otras que incubaron excesos, abusos, despilfarro y decadencia de un gobierno personalizado, que subestimó las otras inteligencias, sintiendo ególatramente, que no podía ser sustituído por nadie; extralimitándose en el ejercico del poder, Don Porfirio Díaz Mori. Hoy por hoy, después de 1910, en 1920, principalmente, y en adelante , fecha que la historia la registra como el triunfo de la Revolución, no hay en el colectivo , un signo de cambio sustancial palpable, en logros sustentables que trasciendan el sentimiento de la población. Si Don Porfirio Díaz, duró en el cargo de Presidente de la República, más de tres décadas, su estancia tiene varias manseras, que no lo justifican sus detractores; sin embargo, al violentarse los preceptos de la naturaleza, sus desvaríos se lo adjudican a la veteranía y el cansancio, por encima de su ego,; sin embargo, en materia de desarrollo económico y social, le favorecen por objetivos; no en lo político, pero por eso todavía aún, tiene apologistas, -yo no lo soy-; el análisis imparcial refleja por ejemplo, que en su larga época, el comercio de México, allende las Fronteras Trasatlánticas, favorecía la balanza comercial, las exportaciones con las importaciones, favorecieron siempre al país; con América del Note, nos unió con el Ferrocarril, sin perder la soberanía; en el desarrollo social, el reparto agrario, reconoció el derecho real de posesión, sin simulación, ni demagogia, con él renacieron los pueblos indios, , las comunidades indígenas, reconociéndoles en base al derecho de sangre, la posesión ancestral, como propiedad comunal, que en la Constitución del 17, se hizo Derecho Constitucional, afianzando la legitimación de la primera Ley Agraria de 1906, que firmó en Veracruz; y no es que en términos generales el Porfiriato lo deploremos, pero después de él, los objetivos de la Revolución , degeneraron en derrocamiento, el golpe militar tuvo su apogeo, también el sistema de gobernar que lo sucedió, acusó peores consecuencias que el porfirismo, con las excepciones que merecen apuntarse, como señal de imparcialidad en el análisis. Así entonces, desde que se inició esta Centuria, que la cerramos en este 2010, es ineluctable, que uno tras otro, de los gobernantes presidenciales, cayeron en la abulia, en el revoloteo, en el hartazgo, descuidando y soslayando los conceptos fundamentales de la ética y la moral, como requisitos, para ser Presidente de la República; los conceptos esenciales de Nación; Estado República, Política Interior y Exterior, Democracia, Patrimonio Nacional,Hacienda Pública, Principios de Fama Pública, Honradez, Honestidad, Probidad, que paulatinamente fueron sustituidos por los de Corrupción, Tráfico de Influencias, ambición de poder por el poder mismo; regímenes meta constitucionales, criminales, organizados por reglas “In Crimine”, como los que se dieron en Nueva York, con operadores de la mafia Siciliana, de Siracusa. La Revolución del 2010, se inició hace mucho tiempo, magnicidios, consistentes en asesinatos de Presidentes de la República; Candidatos Presidenciales, políticos con capital real de inteligencia e información de Estado, que compromete las componendas y perversidades del poder; Conjuras, Concordatos de Iglesia-Estado, que se traducen en arreglos de solapamientos mutuos, en asqueroso contubernio, dejando en el olvido al pueblo, es lo que nos lleva al Estado de pre concepción de ingobernabilidad y descomposición social de malísima fe. No podemos esperar entonces las escaramuzas, porque ya se hicieron presentes desde hace mucho tiempo, recordemos algunas; Matanza de Tlatelolco en 68; Aguas Blancas; EZLN; Acteal, y en estos últimos tiempos la guerra entre el crimen organizado, representados por lo Narcos, Los Capos, y los cuerpos de Policía que pudieran identificarse como la parte del crimen desorganizado, en lugar de ser agentes del orden. L Movilización pues, ya está. Inclusive, se han escrito libros de investigaciones específicas, que encueran a las organizaciones criminales, funcionarios e instituciones que guerrean; desde luego, que el pueblo no ha participado directamente, porque ya existe la bola; la guerra ahora ya no se hace a bayoneta calada, ni al tropel de los caballos, ni siquiera en locomotora, ahora la guerra se hace en los medios, con los políticos o funcionarios que nos representan y que se erigen en redentores de las causas mas nobles y sensibles de los que menos tienen, por ejemplo. Hoy mismo, la guerra política, es entre partidos políticos que en su afán, han contaminado a las instituciones públicas, la democracia, la participación ciudadana, el voto, las elecciones y las instituciones electorales, permanecen ayunas de credibilidad, sin lo cual, sus existencia es virtual y su valor, dentro de cualquier tabla que lo pongamos, es de menos cero. Todos esos efectos juntos, son peores que los efectos de una guerra armada, pues mientras los servidores públicos se ocupan de la defensa de sus personales intereses, se desentienden de la atención del servicio público y con ello, de sus mandantes, el pueblo. La cuota de sangre que demandan los cavernarios, debe quedar saldada, por tantos asesinatos cometidos por ajuste de cuentas, por pleitos de plazas, por cotos de poder, por tantas y tantas razones, de las cuales el pueblo debe quedar al margen. Hasta el siguiente comentario.