Fichero Político
Angel Mario Ksheratto
Derechos periodísticos mutilados
Lo que Pablo Abner Salazar no pudo hacer, hoy se está logrando: desarticular la plantilla de reporteros y fotógrafos que, junto con directivos y columnistas, soportaron estoicos las constantes, irracionales, torpes y brutales arremetidas del exdictador contra el Cuarto Poder que entonces, abanderó reciamente los ideales de un grupo de periodistas que creyeron que la libertad de expresión es posible cuando se ejerce dentro de los cánones legales y las causas son justas. Nunca pensé que algún día, en mi deber de no callar la verdad, tendría que asomarme al teclado para criticar al periódico que fue estandarte de los perseguidos y despojados durante la cruel tiranía de aquel hipócrita presunto hijo, siervo y ministro de Dios. La injusticia dentro de la casa propia, no debe ser solapada por conveniencia ni por pretextos pueriles. Lo sé: Pablo Abner Salazar debe estar bailando de gusto; el poder que usurpó durante seis años y ejerció con extremo salvajismo, no fue suficiente para derrumbar un proyecto editorial que fue su talón de Aquiles.
Pero la intolerancia interna, las fobias empresariales y los intereses más allá del de los lectores, sí están logrando el descrédito de un periódico que de pronto, resolvió regresar a los tiempos de la autocensura y sobre eso, aplicar criterios absolutistas contra un grupo de periodistas que no solo arriesgaron su vida al permanecer dentro de la empresa en los tiempos de mayor persecución, sino que además, expusieron a sus familias para proteger los intereses de la empresa.
Sucedió con Pablo Virgen —fotógrafo del citado medio— quien sin importar las consecuencias de su solidaridad con don Conrado de la Cruz Jiménez, brindó su casa para resguardar documentos que la dictadura buscaba para despojar al director de sus propiedades. Hoy, Virgen, junto con Tato Noriega, Gaspar Romero y Juan Calderón, pilares fundamentales del quehacer periodístico del Cuarto Poder, son echados a la calle, como si no hubiesen aportado lo justo y necesario para mantener la credibilidad del periódico.
Suena a ingratitud, a mal agradecimiento, a injusticia. ¡Es una injusticia, una ingratitud y un acto que rompe el esquema de lealtad que los cuatro colegas despedidos mostraron para la empresa! ¡Cuánta falta hace don Conrado de la Cruz!
Para los cuatro despedidos del Cuarto Poder y para otros colegas que han sufrido presiones y despidos de otros medios, nuestra solidaridad y el compromiso de acompañarlos en su lucha por defender y exigir lo que por ley les corresponde. En modo alguno es echar pleito con los empresarios; es un llamado a la cordura y la sensatez. Porque sin periodistas, no existirían. Eso es tan claro como el agua.